Recuerdo la primera vez que vi el videoclip más famoso de la historia. Tenía cuatro años. Me daba un terror espantoso ver a los zombies saliendo de sus tumbas y más aún ver a Michael con sus ojos «malvados». De eso han pasado ya dieci-varios años. Ahora la canción es una de mis favoritas; el video, también. Por todo esto, en cuanto me enteré sobre el baile masivo que se preparaba como homenaje a Michael Jackson, decidí involucrarme en menos de un dos por tres.

Para una ocasión tan especial quise tener un traje igualmente especial. Así que el viernes por la tarde me dediqué a terminar de adornar el outfit que había reunido (la historia ya se las conté en la entrada anterior). Todo quedó listo la noche del viernes. Esperaba un día maravilloso, una experiencia única y mágica, tal cual todo lo que Michael era y hacía.

La mañana del sábado fue exactamente lo opuesto a lo que imaginé como ideal: fría, nublada y lluviosa. Mi abuelito me dio un ride hasta el metro más cercano. Yo estaba feliz de lucir mi vestuario porque le había echado muchas ganas a su confección. Las críticas serían lo de menos.

En fin. Mi travesía comenzó a las 2:15 pm en el metro San Antonio. Desde que me bajé del carro algunas miradas se enfocaron en mí. Sinceramente esperaba ver a más gente vestida para la ocasión. No obstante, el único Michael Jackson que viajaba en el metro era mi propio reflejo. Seguí acaparando miradas durante mi trayecto, tanto en metro como en las calles.

En el Monumento a la Revolución la fiesta ya se vivía desde poco antes de las 2 pm. Yo llegué casi a las 3:50 pm y, para mi sorpresa, la primer música que escuché fue rock’n’roll, ¡uuuuyyyy, con lo que me gusta bailar! ¿Michael bailando rock’n’roll?, ¿por qué no? :] Me acerqué y quise entrarle al baile, pero nada. Así que como no encontré pareja, pues opté por seguir mi camino.

Deambulé unos cinco minutos buscando las mesas para el registro de bailarines. Las colocaron en la «explanada baja» del Monumento y las atendían personas del INJUVE. Adultos y niños se registraban. Debíamos decir nuestro nombre y la delegación en donde vivimos. Los mayores de edad firmaban, mientras que los que no lo eran debían ir acompañados de un adulto, ya fueran sus padres o tutores para que firmaran por ellos.

Las listas –también las firmaba un testigo— tenían que ser claras porque se entregarían al personal de los Records Guinness como documento verificativo del número de thrilleros aquella tarde. Yo fui la número 1921. Me coloqué, orgullosamente, la estampa que me dieron sobre mi corazón. Esa estampita con el logo del «Yo sí bailo Thriller» era requisito indispensable para poder entrar.

Vallas y cinta amarilla cercaban la explanada del Monumento. Aquello estaba llenísimo y francamente veía lejana la posibilidad de entrar, así que antes de formarme en la fila para entrar, aproceveché para intentar fotografiar el lugar. Las panorámicas que me gusta hacer se me dificultaron. Ni una barda estuvo disponible par treparme en ella. Todo espacio iba ocupándose en cuestión de segundos.

Los lugares se ocuparon conforme la gente fue llegando. Me molestó que varios de los que arrivaron temprano no se sabían la coreografía. Si más o menos la tenían aprendida fue porque la ensayaron a la mera hora (los ensayos comenzaron a las 2pm). Ni hablar. Los pocos afortunados que logramos entrar –después de las 4pm– para agarrar un buen lugar fuimos muy pocos. O quizá yo fui de las únicas en agarrar lugar casi hasta adelante.  Bueno, después de todo yo había ido a ensayar todos los domingos bajo el fuerte sol, el mismo que aquella tarde parecía habernos abandonado.

La prensa que fue a cubrir el evento era numerosa. La gran cantidad de cámaras que  grababan y fotografiaban el evento enfocaban tanto a los zombies capitalinos, como a los Jacksons vestidos con el característico costume rojo del Thriller o el outfit a lo Billie Jean. Porque eso sí, en la explanada y Reforma relampagueaban las gafas espejo y las lentejuelas de los guantes plateados de fans esperando celebrar la vida y obra de su artista favorito.

El baile «oficial», –el que intentaría romper el Record Guinness–, estaba previsto para las 7pm. Los ensayos generales comenzaron minutos antes de las 5pm. Éstos se enfocaron en integrar a los miles de personas que ya para esas horas se hallaban puestísimos para hacerla de zombies. Para las 5:30 ya eramos más de 12 mil bailarines. Carlos, el iniciador de toda esta, denominada por mí, «Revolución del Thriller«, hacía lo posible por coordinarnos y guiarnos en los pasos, así como en otras indicaciones finales.

Dentro de esas indicaciones, nos mencionaron las posiciones que debíamos tomar y las «señas» que debíamos esperar para empezar a bailar. Todo tenía que salir bien. Para romper el Record los zombies capitalinos debíamos bailar la versión larga de Thriller. Un cronómetro y muchas cámaras estaban listas para ser jueces. Para no pagar los más de 30 mil pesos que cuesta traer a un supervisor representante de los Guinness, se eligió la segunda opción, la cual consistía en grabar todo y enviarlo por mensajería. Así es, como mero testimonio fiel.

Héctor Jackson llegó a eso de las 5:30 pm. El líder de los bailarines había llegado y sus primeras palabras hicieron incapié en que la coreografía debía hacerse con ganas, no sólo para romper un Record, sino para homenajear a Michael porque ésa era la razón principal de todo el evento. Hicimos entonces algunos ensayos cortos intensivos, después uno largo y, por fin, el intento para arrebatarle el Guinness a Barcelona (quien unas horas antes lo había conseguido al bailar 600 personas el Thriller). El cronómetro fue un aliado nuestro. Bailaría junto con todos nosotros durante más de 13 minutos seguidos.

El primer intento salió raro, tanto así que detuvieron la música antes de la mitad. Pero ya en el segundo intento, algo que de por sí ya era mágico, cobró un brío aún más especial…

Vimos brillar la sonrisa de Michael en las pantallas gigantes –puestas una a cada lado del templete–, escuchamos su voz y el inevitable «hooooooooooo!» hizo eco en cada ladrillo del Monumento testigo del Thriller capitalino. Yo sentí cosquillas, los sentimientos se me subieron tanto que hasta las lágrimas casi me traicionaban. Me sentí parte de algo histórico, algo que se hallaba en el cénit, en el mero pináculo. Cuando escuché el taaaa raaaa, ta-ra-ra, ah! la adrenalina, adicionada con una pisca de nervios, se apoderó de mí.

Todos estábamos sentaditos en «nuestras tumbas» mientras Héctor Jackson actuaba el video. En el momento en que los zombies se preparan para bailar, nosotros lo hacíamos también. No sé si fueron los nervios o qué, pero creo que ese primer baile resultó un tanto descoordinado. Por lo menos varias personas que estaban cerca de mí no habían hecho bien la coreografía e incluso yo me había equivocado. Uffff. Todos regresamos a nuestras tumbas mientras el video terminaba y después: un estruendo de júbilo sacudió Reforma.

Carlos decía: «¡ya rompimos el Récord Guinnes! Con este intento ya lo logramos, pero vamos a hacerlo una vez más para que quede bien documentado y cheque bien con los cronómetros«. Estábamos sorprendidos de que ese «intento» fuera la versión oficial del baile. Más aún porque ni siquiera eran las 7 de la noche, sino 5 minutos antes de las 6pm. Como sea, luego de que recibimos la noticia de que más de 13 mil gentes habíamos bailado Thriller, lo volvimos a hacer. Esa segunda vez resultó mejor. Aún así no la sentí «perfecta». De cualquier forma la disfrutamos.

Las filas se desacomodaron luego de que bailáramos por segunda vez. Yo no me aguanté las ganas y me fui lo más cerca que pude del templete. Cantamos Heal the World y después las mañanitas. Esa tarde-noche quisimos ir por otro record, el de más personas cantando las mañanitas en un lugar abierto. Total, ya las 50 mil personas teníamos los ánimos y la energía por los cielos.

Un tercer baile del Thriller estaba en planes, no obstante, la gente ya estaba demasiado desorganizada, tantoo, que no fue posible bailar. Luego de las palabras triunfantes de Carlos y los representantes del INJUVE anunciando el rotundo éxito del evento, los asistentes comenzaron a dispersarse. Algunos se iban, otros apenas llegaban al templete  luego de haber bailado fuera de la explanada.

Como aún estaban las cámaras, los fans que llevaban cuadros o algo para mostrar, las aprovecharon. Los más aventados mostraban sus pasos de baile; otros daban entrevistas. Yo aproveché para tomar fotos… y de hecho, para que a mí también me tomaran fotos. Varias personas se acercaron para fotografiarse conmigo, e incluso, algunos de la prensa extranjera también lo hiceron. La Revolución del Thriller era una fiesta. La noche caía ya pasadas las 7:20pm.

Había sido un tarde-noche maravillosa. El sol terminó por iluminarnos unos minutos luego de que rompimos el Record Guinness, así que lo que había imaginado como el 29 de agosto ideal, sí terminó por lograrse. Era tan feliz. Demostramos al mundo, y a Michael, que estamos con él. Que siempre lo llevaremos en el corazón. Le dijimos en nuestros pensamientos, y a nuestro modo, lo siguiente:

Through my joy and my sorrow
In the promise
Of another tomorrow
I’ll never let you part
For you’re always in my heart…

Y estuvimos ahí, para Michael.

Visita mi álbum sobre el Thriller en Flickr:

http://www.flickr.com/photos/wendy56musicbox/sets/72157622098545071/

Para ver la crónica completa, visiten la página de este blog:

«La Revolución del Thriller (Record Guinness 29 agosto 2009)»

https://wendy56.wordpress.com/la-revolucion-del-thriller-record-guinness-29-agosto-2009/